Varios hospitales comenzaron a reemplazar los termómetros con este componente y se prohibieron tensiómetros de este tipo. También se puso en marcha un proyecto con la OMS y el PNUD. Más de 140 países aprobaron un tratado para reducir los efectos nocivos del mercurio.
Buenos Aires, 7 de febrero de 2013 (OPS/OMS).- Argentina avanza hacia la eliminación del uso del mercurio en el sistema de salud. Varios hospitales iniciaron el proceso de reemplazo progresivo de los termómetros con mercurio por los digitales, como parte de una política del Ministerio de Salud de la Nación que también incluye la prohibición de tensiómetros con este elemento químico y diversas gestiones para que el mismo se deje de utilizar en la odontología. El país, además, puso en marcha un proyecto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para profundizar esta estrategia.
Los hospitales porteños Rivadavia y Garrahan, por ejemplo, ya erradicaron el uso de termómetros con mercurio. Y otros centros de salud van en el mismo camino, luego de que el Ministerio suscribiera una resolución que recomienda la eliminación del uso de estos instrumentos. La cartera, además, estableció en diciembre último un control de calidad para los termómetros sin mercurio.
La estrategia también apunta al trabajo con las universidades y las asociaciones de odontólogos para que los futuros y actuales profesionales de esta rama sustituyan el uso del mercurio en las amalgamas. “Una amalgama tiene aproximadamente un 50 por ciento de mercurio. Los sustitutos son materiales sintéticos y, en principio, son iguales de eficientes”, explicó el director nacional de Determinantes de la Salud e Investigación, Ernesto de Titto. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los odontólogos usaron en 2005 en el mundo entre 240 y 300 toneladas de mercurio para amalgamas.
Para disminuir los niveles de mercurio en el sistema de salud, además, el acuerdo firmado con la OMS y el PNUD establece varias líneas de trabajo, entre ellas la capacitación a funcionarios y al personal de salud para que conozcan la importancia de reducir la circulación de este metal y los beneficios de sustituir, por ejemplo, los termómetros tradicionales por los digitales que, pese a ser más costosos, tienen mayor duración y no dañan el medio ambiente.
El mercurio es un elemento químico que suscita preocupación a nivel mundial debido a su capacidad para recorrer largas distancias a través de la atmósfera, su persistencia en el medio ambiente, su capacidad para acumularse en los ecosistemas y sus importantes efectos negativos sobre la salud humana y el medio ambiente. Puede producir daños permanentes en el sistema nervioso, en particular en su estado de desarrollo. Debido a estos efectos, se considera que los lactantes, los niños y las mujeres en edad fértil son grupos vulnerables.
A raíz de la preocupación que ocasiona, más de 140 países aprobaron días atrás un convenio que busca reducir los efectos nocivos del mercurio. El tratado establece una serie de medidas de protección, como el control de las emisiones de mercurio de las plantas eléctricas alimentadas con carbón y de la industria, así como del uso del mercurio en las minas de oro artesanales o a pequeña escala.
También incluye un artículo dedicado a la salud. En concreto, el tratado establece la eliminación progresiva de la utilización de mercurio en los termómetros e instrumentos de medición de la tensión arterial empleados en la atención sanitaria.
El proyecto que lleva adelante el PNUD, la OMS y el Gobierno de Argentina –iniciativa que se replica en otros seis países- también busca mejorar la gestión de residuos sanitarios para minimizar la liberación de contaminantes orgánicos.
El proyecto que lleva adelante el PNUD, la OMS y el Gobierno de Argentina –iniciativa que se replica en otros seis países- también busca mejorar la gestión de residuos sanitarios para minimizar la liberación de contaminantes orgánicos.
En ese marco se capacitaron a 34 personas del sector de salud de diferentes provincias del país, los cuales se convirtieron en referentes en su lugar de trabajo y formarán a otros profesionales del sector público y privado. “El sólo hecho de aprender a distinguir un residuo peligroso y cómo se debe tirar tanto éste como un residuo común redujo en un 30 por ciento los residuos en dos hospitales donde se hicieron pruebas piloto, en General Roca (Río Negro) y Reconquista (Santa Fe)”, indicó De Titto.
También se desarrolló una tecnología para que puedan ser destruidas las drogas oncológicas que no son utilizadas a través de un proceso químico de oxidación de bajo costo y se instalará en un hospital un autoclave, tecnología eficaz y amigable con el ambiente para el tratamiento de los residuos del sector, procurando con estos modelos alentar el desarrollo de tratamiento local que reduzca la circulación de los residuos por el país.
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